Siempre he tratado de ser optimista, pero al mismo tiempo realista. Mi vida profesional y el destino me llevó al sector automotor, en el que pude comprobar que la abundancia existe, algo que agradezco, porque también he conocido lo que es la escasez.
También he afirmado que es un sector privilegiado y que le ha entregado muy buenos dividendos a quienes optaron por este camino y que gracias a él se han amasado grandes fortunas. Pero hoy pienso que este sector, que todavía mantiene aristas que le permiten mantenerse en pie, a pesar de los duros golpes de la pandemia, está afrontando uno de los retos más importantes de su historia.
Y paradójicamente no se da por falta de ventas, que es lo que lleva a la quiebra a muchas empresas y sectores, sino por el desabastecimiento y falta de productos vitales para el normal funcionamiento. Es decir, la fórmula no está funcionando como debería ser, pues la demanda está superando a la oferta y de ahí que muchas marcas se vean en la obligación de postergar las entregas por un tiempo considerable y cada una de ellas, en sus análisis internos, sabrán a ciencia cierta qué tanto golpea sus finanzas y si esta práctica, en algún momento determinado, se hace insostenible (se vende lo que aún no ha llegado).
Hay cosas que trato de entender, pero me cuesta. Es evidente que la industria ha decidido optar por tecnologías más limpias y eso hay que celebrarlo y el tema de la electrificación ocupa un lugar primordial en las carpetas. Pero al mismo tiempo leo con atención que en Europa hablan de un ‘apagón’ inminente y de igual manera encuentro un análisis interesantes en la BBC de Londres, en el que destacan que muchos de los elementos esenciales para la producción de las baterías y microchips, importantes para la fabricación de los modelos de hoy en día, ya comienzan a ser escasos y como se mencionó antes, no responden a la demanda.
Pero este no es el único inconveniente. Es bien sabido que a lo anterior se suma el problema en los puertos y los inconvenientes para mover los contenedores, tanto por vía terrestre como marítima, lo que no sólo retrasa las entregas, sino que de contera y como consecuencia lógica trae un aumento en los fletes muy preocupante. Es decir, que ante todo lo anterior, hacer un pedido a las fábricas se convierte en un galimatías, y más en mercados como el colombiano, que ante los fabricantes ni tiene la misma importancia que las grandes potencias. Seamos realistas, en los tiempos de escasez y reabastecimiento se privilegia a los mejores clientes y a los que a lo largo de la historia más compran, así que en la lista no debemos estar en los primeros lugares.
Opciones para mantenerse a flote las hay, y es el servicio posventa y el mercado del usado, que se ha fortalecido y de ahí que el precio de los vehículos de segunda mano se haya fortalecido. Y creatividad, mucha creatividad, porque de las crisis es cuando surgen las grandes ideas. Y quizás dejar de darle tanta importancia a lo superficial, a las selfies y a los likes, y empezar a buscar caminos que les permitan mostrar su fortaleza, su historia y todo lo que están dispuestos a ofrecerles a sus clientes, muchos de los cuales han estado dispuestos a darse un compás de espera para adquirir sus vehículos.
Y nosotros, al igual que ellos, seguiremos con el deseo de mantenernos a flote, en un sector que ha sido abundante pero que también tiene momentos de escasez…