ESP: 25 años del control de estabilidad electrónico

En 1997, Mercedes-Benz atravesó una de sus crisis de seguridad e imagen públicas más graves en décadas. Sin embargo, la resiliencia de la marca transformó esa crisis en un nuevo estándar para seguridad automotriz a nivel global y todo con un protagonista: el ESP o control de estabilidad electrónico. Este fue otro de los muchos avances en seguridad por parte de la marca de la estrella que se volvió una norma para todas las marcas.

 Esta historia nace con el primer Mercedes-Benz Clase A, que se lanzó al mercado en 1997 y que debutó bajo el código W168. La idea de este modelo era ampliar la gama de vehículos e incursionar en el segmento de los compactos, pero incorporando más calidad y mejores terminados respecto a la competencia. Para destacarse del resto y mantener un bajo costo, los ingenieros optaron por una forma de carrocería particular, más alta y estrecha que aprovechara el espacio interior, conocida como monovolumen.

 A pesar de haber pasado por años de desarrollo, el primer Clase A no se había enfrentado a una serie de pruebas de alto rendimiento, entre las cuales está el Moose test o prueba del alce. Esta prueba no era parte del estándar de seguridad de la época, pero ponía a prueba a capacidad de un vehículo de esquivar un obstáculo a cierta velocidad. Esa maniobra pone al límite el control del vehículo, un elemento que dependía del chasis, la suspensión y los neumáticos. Sin embargo, se estaba desarrollando otra herramienta para ayudar con ese propósito, el ESP o control de estabilidad electrónico.

 El ESP se concibió como un complemento a la seguridad en 1995 y Mercedes-Benz, junto con el desarrollador tecnológico Bosch, trabajaron en una versión temprana. Este equipamiento de seguridad se ofreció en por primera vez en un vehículo como una opción para el Mercedes-Benz Clase S W140 a partir de la fecha y en ese entonces ya había demostrado su efectividad. Con su tecnología comprobada, la marca ya estaba contemplando su instalación opcional en otros modelos.

 Dos años después, una agencia de seguridad sueca puso a prueba al Mercedes-Benz Clase A W168 en la prueba del alce y el resultado fue un desastre. El vehículo resulto ser inestable y terminó volcándose durante la prueba, causando una crisis de imagen para la compañía a nivel global. Los ingenieros que revisaron el modelo probado y encontraron que la falla fue una combinación desafortunada de factores. Por un lado, el Clase A nació como un modelo de uso citadino, así que no disponía de una distancia entre ejes o de un ancho de vías suficiente para superar la prueba. Adicionalmente, el centro de gravedad estaba muy alto y la suspensión tenía una especificación pensada para el confort, lo que condenó la estabilidad.

 Ante estos hallazgos, Mercedes-Benz hizo un llamado a revisión de los 17.000 autos vendidos hasta el momento. En esas unidades instalaron una suspensión mejorada y unas llantas que mejoraron el agarre, lo que por sí solo arregló el problema. Sin embargo, la compañía instaló el ESP para reforzar la estabilidad y el mensaje sobre la importancia de seguridad. El equipo de ingenieros de Mercedes-Benz se cercioró de que sus mejoras hubieran surtido efecto y se llevaron una sorpresa a al ver el efecto tan profundo que tuvo el ESP en el manejo del Clase A

 Al ver que el control surtía tan buen efecto en la dinámica del vehículo, la marca lo dejó de serie en todos los modelos de ahí en adelante. Esta medida solucionó tanto el problema con las volcaduras del Clase A como la crisis de imagen de Mercedes-Benz. De hecho, el trabajo de mejora en el manejo fue tan intenso que presentaron una versión deportiva del Clase A, pero no estuvo firmada por AMG. En este caso fue el A 210 Evolution del 2002, que presentaba un comportamiento deportivo y ágil, todo lo contrario que transmitía el Clase A antes del llamado a revisión.

 Pronto, el mundo entero se dio cuenta de lo efectivo que era el ESP con cualquier carrocería, aportando más seguridad a los vehículos en general y salvando incontables vidas. Este nivel de efectividad llegó al punto de ser una medida indispensable en todos los vehículos modernos. La implementación del ESP en el Clase A fue una de las lecciones aprendidas más fuertes de Mercedes-Benz, además de ser una demostración de resiliencia, en la que se tomó una crisis de imagen pública para crear un nuevo estándar de seguridad automotriz.  

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