Antioquia merece un autódromo

Juan Carlos Salgado Jaramillo

Confieso que me resulta difícil abordar este tema del Autódromo de Bello, al que solo conozco por fotos. He sido uno de los que ha celebrado el proyecto, porque considero que el departamento de Antioquia y los antioqueños merecen un autódromo, pero cuando vi los edificios aledaños ese ‘diablillo’ que nos habla al oído y que no queremos escuchar nos puso en alerta máxima, porque no era difícil advertir que la comunidad podía manifestarse en su contra.

Ante eso y tratando de ser positivos, pensé que los pobladores de la zona iban a tomar el escenario como propio y que podía convertirse en motivo de orgullo, como sucede en Interlagos, en Sao Paulo, en donde los edificios son parte del trazado y sus propietarios se sienten complacidos por tener la pista a pocos metros.

Pero al parecer eso no se está dando y de ahí la preocupación, porque sé del esfuerzo que se ha hecho para darle vida al autódromo, que espero y deseo no se convierta en un elefante blanco. Y acá sí quiero hacerme una pregunta y la hago con conocimiento de causa y es por qué sí se pudieron hacer competencias en el Juan Pablo II, escenario que también está enclavado en una zona residencial.

Me preocupa, en consecuencia, que haya intereses políticos de por medio y que los egos, tan naturales en la condición humana, terminen por echarle tierra a miles de millones, que no se consiguen en la vuelta de la esquina.

No debemos olvidar que el deporte aparta a nuestros jóvenes de la violencia y que sería un ‘pecao’, como dicen las señoras, que este autódromo se quede en algo que fue y no fue. Sigamos acelerando juntos y buscándole la comba al palo para poder ondear la bandera verde y de esa manera poder celebrar, por bien del automovilismo y por bien de quienes amamos esta disciplina. Se vale soñar en grande…

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