Nostalgia por el Autódromo Ricardo Mejía

Solo para románticos… En esta zona de la calle 200, entre la autopista y la carrera 60 del norte de Bogotá, aproximadamente, rugieron los motores en el llamado Autódromo Ricardo Mejía. ¿”Conciliación y diálogo”? Quizás eso fue lo que faltó para que el escenario siguiera con su promisorio futuro. Pero las posturas irreconciliables llevaron a su desaparición.

El propietario del autódromo tuvo diferencias con las autoridades deportivas e incluso, en su momento, habló de chantajes por parte de Coldeportes. Así que en el epílogo de la década del 70 y amparándose en que cada persona hace lo que mejor le parezca con sus bienes, tomó la decisión de cerrarlo. Sus detractores y contraparte consideran que fue una decisión “egoísta”, pero no hubo poder humano para convencerlo y diera marcha atrás. Además, también se presentaron disputas entre los pilotos con el gobierno, por lo que fue una época aciaga para el automovilismo colombiano.

Así que el Ricardo Mejía se silenció y poco a poco sus terrenos fueron fraccionados. Parte de la pista le fue vendida al Club El Rancho para su ampliación de campo de golf, otra parte se utilizó para el desarrollo de algunos cultivos y con el paso de los años un buen número de bodegas se “comieron”, literalmente, la pista. Y hoy en día, lo que quedaba de él, se convierte en un gran complejo de vivienda.

Quizás la historia del automovilismo colombiano hubiera sido diferente si no se presenta esa disputa, pero no se equivocan quienes afirman que del destino no se puede huir y que las cosas pasan por algo. Los amantes de este deporte esperamos con ansias la bandera verde del Autódromo de Antioquía, que parecía ir al mismo ritmo del metro de Bogotá, pero que para bien de nuestro deporte tomó ritmo y en la actualidad luce bello e impecable. Viernes de nostalgias…

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