Juan Carlos Salgado Jaramillo
A veces se hace necesario recurrir a la historia para entender momentos y situaciones. Sé y percibo que en el ambiente del sector automotor se ve con preocupación el decrecimiento de venta de vehículos nuevos, como quiera que en el mes de marzo nuevamente se presentó una desaceleración, pues las cifras mostraron que según el RUNT se registraron 17.270 matrículas, lo que significa una caída del 17,2% frente al mismo periodo del año anterior (20.845).
Una tendencia que se mantiene a lo largo del año, cuyo acumulado es de 46.962, que comparado contra 2022 muestra una caída del 18,3% (57.454). Estos números han cambiado las proyecciones e incluso ya se habla que al final del año apenas se estarían rondando las 210.000 unidades.
No soy dado a hablar de crisis, pues si bien esta cifra no es la más halagüeña, dista mucho de esos momentos difíciles del sector, registrados en 1999 y 2000, años en los que apenas se llegó a
59.473 y 60.360 vehículos vendidos, respectivamente.
Recuerdo, incluso, que las marcas tomaron como estrategia, producto del pánico, quedarse quietas, casi que paralizadas, pues en ese periodo el único evento de prensa que tengo presente fue una convención de Mazda en Pereira.
Decisión que con el tiempo, según lo reconocieron muchos directivos de las marcas, fue desacertada, pues el hecho de retirar la publicidad y no ‘moverse’ terminó por jugar en su contra, pues llegaron a la conclusión que precisamente cuando los vientos no soplan a favor es cuando hay que volverse más creativos, o para ser consecuentes con una palabra que se volvió muy popular en estos tiempos, “reinventarse”.
No hay que decirse mentiras y hay que decirle al “pan, pan y al vino, vino”. Tras la pandemia y luego de que las cosas comenzaron a mejorar, el sector, pese a la escasez de producto, entró en un zona cómoda, pues todo lo que llegaba se vendía sin mayor esfuerzo y se hacía con muy buenos precios, sin tener que recurrir a promociones y estrategias para hacer efectivo el negocio, incluso con listas de espera.
Un escenario que para muchas marcas fue el ideal, pues no tenían que preocuparse por tener ‘quieta’ una gran inversión, ya que el movimiento era constante y como dije anteriormente, no requería de una gran estrategia para poner sus productos en las calles.
Un tiempo de cosecha que hubiera podido ser mejor en caso de contar con un mayor número de unidades, pero al final del ejercicio, hay que decirlo, resultó siendo positivo para muchos.
Pero nada permanece y más en un sector que tiene tantas aristas. Hoy enfrenta un nuevo reto, pues está expuesto a altas tasas de interés, a la inflación y a una devaluación, que afortunadamente ha ido cediendo.
Claro, esto no aplica para todas las marcas, pues en este escenario hay algunas que gozan de muy buena salud en este periodo, como Toyota, Mazda y Ford, que en su acumulado han tenido un crecimiento del 20%, del 15,1% y del 43,7%, respectivamente.
Así que los tiempos han cambiado y nuevamente hay que ponerse el overol. Es lo que hay y bajo esas reglas hay que trabajar, ponerse creativos y plantear estrategias para que el consumidor tenga las alternativas que se requieren para poder acceder a un vehículo nuevo.
Nosotros, como siempre, seguiremos acompañándolos, como hemos hecho en las buenas y en las malas…