Ya no es un cuento chino
Parafraseando al gran Joe Arroyo, quiero “contarles una historia nuestra, de la historia nuestra”. Y lo hago amparado en muchos comentarios desprevenidos de la gente, que apuntan que en este Salón, que yo sigo llamando feria, “se ve mucho chino y con nombres raros”.
Y no se refieren a muchachitos o pelafustanes, sino a las marcas de origen asiático. Pues bien, y sigo con la historia, que es la que sirve para contextualizar y entender muchas cosas, por lo que digo que a veces me preocupa, y no sé si esté perdiendo la batalla, que la misma, tan importante en cualquier sector, se pierda en medio de los ‘riles’, las mal llamadas historias (que desaparecen en 24 horas) y de los tiktok.
Pues bien, por allá a finales de los 80 y comienzos de los 90, unos señores de apellido Mattos, por un lado, y Calderón (sí el papá de Tatiana) por otro, nos comenzaron a hablar de unas marcas coreanas, Hyundai y Kia, y hay que ser sinceros, en ese instante eran miradas por encima del hombro y no se les auguraba un futuro duradero en el tiempo.
Pero poco a poco las cosas fueron cambiando y dichas marcas, que no debemos olvidar que internacionalmente pertenecen al mismo grupo, comenzaron a escalar posiciones, al punto que la del señor Mattos se convirtió en la primera marca entre los importados, respirando muy cerca de los ensambladores, que eran Chevrolet, Renault y Mazda. Y si venimos al presente, encontramos que hoy la segunda, como lo registró el RUNT el mes pasado, ocupó el primer lugar en ventas. Y podemos seguir con ejemplos que nos enseñan que este negocio es dinámico y que las cosas no son permanentes, como el de BYD (‘bi, guai, dí’), que de la mano de Motorysa y con sus autos eléctricos ya se metió en el top 10, algo impensado en plena pandemia, que fue cuando este grupo tomó la representación. Y regreso al baúl de los recuerdos y traigo a mi memoria cuando esta marca llegó al país, en los comienzos del nuevo siglo, con Praco-Didacol como representante.
En las oficinas de la 26, abajo de la Boyacá, hoy convertidas en un complejo familiar, el protagonismo corría por cuenta de Peugeot y Daihatsu, y en un pequeño escritorio estaba el encargado de comenzar a construir el camino de BYD, cuyo nombre se me escapa de la mente, y la manera de hacer entender la importancia de esta marca era que ellos se encargaban de fabricar las baterías para los celulares y que tenían mucha experiencia en el tema, y que basados en ella había decidió incursionar en el país con unos modelos eléctricos (se acuerdan de los taxis blancos y azules, algunos de los cuales todavía circulan en Bogotá). En ese entonces, de igual manera, pues era un proyecto particular, pero sin mayores alcances y a nadie le pasaba por la mente que esta marca de las tres letras estaba destinada a convertirse en gran protagonista, como lo hemos visto en Corferias.
Así que a todas estas personas que hablan sin mayor conocimiento, les digo que los chinos, más no pelafustanes, llegaron para quedarse y que cada vez más veremos vehículos de este origen en las calles. Además de BYD, Chery regresó recargado, Changan está logrando excelentes resultados con Deepal y en Zeekr hay gran felicidad por lo que está ocurriendo con sus modelos. Y hay que sumar las propuestas de JMC y JMEV, Great Wall y GAC Motors, entre otras, a las que también se podrían adicionar las propuestas de un buen número de marcas de vehículos comerciales. Así que señoras y señoras, esto ya no es cuento chino, y en algunos años, cuando el Cuchenials se encuentre gozando del buen retiro, puede aparecer otro personaje parecido y contará que “en los años de 2020, los chinos hicieron de las suyas”…
Juan Carlos Salgado Jaramillo